domingo, 19 de abril de 2009


PANAMA SE QUEDA EN TI
Debido a su geografía, Panamá ocupa una posición estratégica. Eso fue clave para todos los países a los que perteneció durante su historia. Su esbelta silueta mide tan sólo 80 kilómetros en sus áreas más angostas, convirtiendo esta tierra en la figura ideal para unir dos océanos. Este factor interesó mucho a España, que desde inicios del siglo XVI convirtió al país en una vía de cruce entre los mares y en un centro comercial importante dentro de su imperio.
España transportaba sus riquezas por medio de barcos hasta el puerto de Portobelo en la provincia de Colón. De allí, mulas y cayucos cargaban la mercancía a través del istmo hasta la Ciudad de Panamá para distribuir a sus colonias en América.
Esa concentración de riquezas atrajo a piratas y corsarios ingleses como Francis Drake, que asoló Portobelo en 1596 y Henry Morgan que incendió y saqueó la primera Ciudad de Panamá en 1671. La misma fue trasladada a la al actual Casco Antiguo de la capital, transformándose en un foco de desarrollo para la futura república.
Motivada por los aires de libertad de sus países vecinos, Panamá se independiza de España en el mes de noviembre de 1821. El asunto no era de sorprender ya que su comunicación con España se había deteriorado. Sin embargo, el proceso de independencia fue pacífico tanto así, que el mismo Simón Bolívar la conmemoró.
Luego de la independencia de España, Panamá se unió voluntariamente a la Gran Colombia, el sueño de Bolívar. Esa nueva nación estaba conformada por Colombia, Venezuela y Ecuador.
Al principio, esa unión histórica benefició mucho al país, dando paso a una nueva visión de líderes latinoamericanos que impulsaban un gran desarrollo regional. Esta época marcó un hito en el mundo al otorgársele a los Estados Unidos la autorización para construir el primer ferrocarril transístmico.
Pero el deseo panameño de convertirse en una república libre y soberana y el apoyo de los Estados Unidos conllevó a Panamá a una independencia total de Colombia el 3 de noviembre de 1903.
En 1904 inició la construcción del Canal de Panamá por los estadounidenses, una obra considerada la octava maravilla del mundo. Los franceses dieron inicio a este gigantesco proyecto, pero el clima, las enfermedades tropicales y la malversación de fondos impidieron que pudieran terminar la labor. Los norteamericanos tomaron nota y decidieron continuar con la construcción del Canal y el desarrollo de la Zona del Canal de Panamá. Este periodo cambió a Panamá por siempre, transformándose nuevamente en puente del mundo y cuna de una sociedad de riquezas económicas.
El Panamá de hoy es uno de los países con mayor desarrollo de Centroamérica y uno de los países con mayor crecimiento económico y turístico constante de toda América. Goza de una democracia sana, joven y nueva. Es considerado una nación segura, pacífica y próspera. En la actualidad, Panamá maneja el Canal, el cual está en proceso de ampliación. Este es un país a la vanguardia del cambio y el movimiento, con un centro bancario internacional, exitosas firmas de abogados, seguros, centros de llamadas, centros comerciales privilegiados, junto con una hermosa diversidad de culturas, una riqueza ecológica envidiable y una pujante empresa turística.
Panamá siempre ha sido un punto de encuentro entre culturas, ganándonos el apodo de “crisol de razas”. Con casi 3 millones de habitantes, su población está compuesta en un 67% de mestizos (amerindios con blancos) y mulatos (blancos con negros), 14% negros, 10% blancos; un 6% de amerindios (indígenas) y un 3% de personas de orígenes étnicos variados. Esta mezcla es particularmente rica por los cimientos culturales y tradiciones que sentaron, de manera que tanto panameños como visitantes las respetan por igual.
Siendo un país que respeta el libre credo, la población esta compuesta por una mayoría Católica Romana de un 85%, por lo que fechas como la Navidad y los carnavales, colorida y agitada festividad de cuatro días precedente a la Cuaresma, son ampliamente celebradas en Panamá. Le siguen los cristianos evangélicos con un 10%. El 5% restante se divide entre el Judaísmo, el Budismo, el Hinduismo, la Ortodoxia y grupos derivados del cristianismo protestante como Testigos de Jehová y Adventistas del Séptimo Día.
Los siete grupos indígenas de Panamá se encuentran asentados en territorios semi-autónomos. Los más representativos de la región occidental, como las provincias de Chiriquí, Bocas del Toro y Veraguas son los Ngöbe y los Buglé, Naso-Teribe y los Bri-bri. Juntos comprenden un 70% de la población indígena del país. En la región oriental de Panamá está poblada por los Emberá y los Wounaan en el Darién, y los Kunas en la comarca de Kuna Yala. Los Emberá y los Wounaan viven en la selva tropical, tal como sus ancestros lo hicieron durante siglos. Su comprensión y respeto por la naturaleza es innato, y sus habilidades en el tallado y tejido de canastas es exquisito. Los Kuna se asentaron en las costas e islas del Caribe y se caracterizan por una férrea protección de sus tradiciones y por sus molas, las cuales son artesanías hechas con aplicados sobre tela.
Los descendientes de africanos se establecieron en la región central de Panamá y en el Darién, donde la cadencia del Bullerengue y el Bunde todavía evocan los orígenes de sus tradiciones. Originalmente, fueron traídos al istmo por los colonos españoles para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Una segunda ola de inmigración negra llegó al istmo desde las Antillas para la construcción del Canal de Panamá, a inicios del siglo 20. Este grupo, de habla inglesa, se estableció en la Ciudad de Panamá, Colón y Bocas del Toro. Los mestizos y mulatos son el resultado de años de uniones entre diversas razas y etnias, dispersos en todo Panamá, su folklore se expresa por medio de la música y danza, comidas regionales como el arroz con pollo y sancocho de gallina, su actitud festiva, la que reluce en ferias y festivales, así como su característico trato amigable hacia los extranjeros.
Panamá siempre ha sido y será un punto de encuentro entre diversas etnias y razas, hoy en día accesible desde cualquier parte del mundo para todo viajero, siempre haciéndolos sentir en casa, recordando siempre sus tradiciones y su constante deseo de evolucionar como cultura.

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